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Yo no quiero llorar acompañada.

Una vez escuché la sesión de un grupo de autoayuda y recuerdo mucho a una mujer que subió al estrado a decir su testimonio, hablando de lo mucho que le ha servido pertenecer a ese grupo, de los años que llevaba en él y de cómo había cambiado su vida desde entonces. Y de pronto mencionó una frase que llamó mi atención: - Compañeros, yo estoy aquí porque yo ya no quiero llorar sola.

En ese instante un relámpago sacudió mi cabeza. ¿Escuché bien? Una mujer que habla de superación personal y que no quiere llorar sola. ¿Y acompañada sí?

Entónces comprendí que habemos personas que realmente pensamos que no tenemos más opciones que las que nos han sido presentadas. Gente asalariada, "semanales" les llaman, porque ganan tan poquito que por ley debe pagarseles a la semana para que no se vean tan "afligidos". Gente de muy buen nivel de conocimientos en un corporativo, pero que son tratados como obreros de buen ver, se conforman y piensan que es normal. Mujeres que son maltratadas de incontables formas y cuya violencia psicológica altera su juicio también. Empresas que tratan a sus empleados como verdaderas mercancías, artículos de su propiedad, y confunden la cultura empresarial o la responsabilidad con el casiquismo, olvidando por completo que son sus aliados, su presentación ante la sociedad y su "materia prima", viendolo desde un punto de vista más comercial. Gente en todas partes (desde taxistas hasta gerentes) que dice en el trabajo, en la calle, en el transporte, en el auto... "no queda de otra", "ni modo", "¿qué le vamos a hacer?", o peor aún, que afirman fervientemente que "nacimos en un valle de lágrimas". ¿Te suena conocido? Religiones, culturas y políticas que fomentan actitudes de conformidad. Naciones enteras que como ente, actuamos bajo estos mismos principios, y sociedades que bajo este concepto, soportamos gobiernos corruptos y abusivos, que manipulan la ignorancia de las masas. Nos hemos comprado por generaciones y de corazón, un destino de aflicción, de "aguante", y de supervivencia. Hemos confundido la humildad con el abuso y hemos olvidado el poder personal que traemos con nosotros. Nos hace falta creer. Confiar. Más allá de lo que dicen los libros, más allá de los milagros que se esperan lejos de crearse, más allá de los videos y conferencias de superación personal. Confiar en nosotros mismos. Tener la convicción de lo que podemos hacer, y la confianza de que existe algo más. Saber que podemos tocar las estrellas si lo creemos y lo buscamos de corazón.

Yo no quiero llorar sola tampoco, ni acompañada. ¡Simplemente no quiero llorar! Yo quiero reír y saltar, quiero tocar las estrellas y mostrarles a otros que se pueden alcanzar. Quiero hacer una historia, dejar testimonio en esta vida de algo positivo y bello. Contribuir a que este mundo, que es nuestro hogar sea un mejor lugar para todos y contribuir con aquellos que se atreven a desafiar al destino, a creer, a crear. Quiero perseverar.

Parece sonar lógico. Pero ¿cuántas veces habremos dicho o pensado frases tan contradictorias como ésta sin darnos cuenta?

No hay motivos ni justificaciones para "aguantar". La esclavitud hoy en día tiene muchos nombres donde ni la notamos. Y la más grande de las prisiones es mental, y eres tú mismo. No fomentemos ni apoyemos el añejo concepto de que "no queda de otra", porque en el fondo todos sabemos que siempre hay opciones. En el corazón todos sabemos que podemos hacer que suceda. Cuidado con los pensamientos, que lo son todo. La lógica y la verdad no se entienden en lo que se dice, sino en lo que no se dice. Lee tus ideas más allá de las palabras, lee tu vida entre líneas. Y tal vez luego, podamos aprender a modificarla a voluntad.

Identifiquemos realidades y pensamientos. Busquemos ser honestos con nosotros mismos. Engrandezcamos y aceptemos la verdad, dejando de lado justificaciones para lo que en el fondo no se puede ocultar, para lo que adentro de nosotros siempre sabremos que no está bien, porque las justificaciones que inventamos no existen, por eso las inventamos, las consumimos, sabiendo siempre que eso son. Pocos son quienes se atreven a aceptar sus propias verdades, quitando en el camino las piedras que nos detienen, porque se "ven bonitas" cuando las imaginamos como puertas, pero como tal cuando intentamos cruzar... nos golpeamos.

Parafraseando:

- "No sabemos qué hacer con la verdad".
- Qué cierto es. - Pensé cuando escuché la frase.

Y es que es tan fácil mentirnos a nosotros mismos. Mentimos por hacernos la vida más fácil, porque es una pequeña y bonita bolita de nieve, que deja de verse linda cuando nos persigue aumentando de tamaño.

Siempre hay de otra, si aceptas lo que eres y decides lo que quieres. Luego búscalo y persevera. Aprende, pero no te rindas.

Piensa con inteligencia.

En lo que decimos y en lo que no decimos: No busquemos llorar acompañados, busquemos no llorar. Para que no perdamos de vista el objetivo, y cuando nos toque llorar lo hagamos con un propósito y si estancarnos, para que recordemos que la vida está hecha de momentos y es nuestra labor buscarlos. Para no ciclarnos, para caminar, para vivir. Que todo lo que vale la pena, llega solo. Porque Dios los hace y ellos se juntan. Y ciertamente, todo se atrae. La libertad de hoy está en la mente y la inteligencia, en el arte de pensar.

Los grupos de autoayuda tienen lo suyo, y sirven para cargar un peso entre varios, pero qué sucede cuando además de cargar sus pesos los comparten sumando pesos. Los pensamientos hacen la diferencia. Una diferencia que radica en quien quiere llorar acompañado y quien simplemente no quiere llorar.

Yo no quiero llorar acompañada. Simplemente no quiero llorar.


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Comentarios

  1. Interesante tu reflexión y con mucha razón en lo que dices, un ataque rotundo al conformismo y la autocomplancencia, nada que me gustó mucho. saludos

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Estimado lector,
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